«¿Pataletas para comer?» Por Lorena Luna Velasco Académica Fonoaudiología de Universidad Andrés Bello.

¿Qué pensamos cuando un niño es “mañoso” con la comida o para comer?, que es regalón, mal enseñado, caprichoso o manipulador, y no nos detenemos a pensar qué tal vez puede estar manifestando algo más.

Muchos niños pequeños, desde edades muy tempranas (lactantes) pueden rechazar o ser muy selectivos con sus alimentos, ante lo cual, si persisten puede transformarse o tener un gran riesgo de presentar una deficiencia nutricional, impactando directamente en su desarrollo.

Diversos estudios evidencian que casi todos los niños (90%) con problemas de alimentación presentarían alguna condición biológica o problemas sensoriomotores de base y, sin embargo, la mayor parte de los programas de intervención se centrarían en el manejo conductual-emocional del niño o niña, indicando que se trataría de un comportamiento “voluntario”, cuando lo más probable es, que exista una causa de base que hay que descartar y/o tratar y que la conducta presentada sea una respuesta adaptativa del niño o niña para evitar una situación que le desagrade.

Por otra parte, es esperable que un niño o niña muestre en algún momento de su desarrollo rechazo o selectividad por los alimentos, pero debemos estar alertas ya que éstos deben ser transitorios y formarían parte del desarrollo típico. Cuando estas dificultades se mantienen o persisten, hay que actuar prontamente para que no haya riesgo de déficit nutricional entre otras cosas.

¿Qué características podemos encontrar en niños o niñas con estas dificultades? Generalmente, se encuentra, un perfil clínico de problemas perinatales y/o malformaciones que podrían estar afectando la función digestiva, o podrían presentar también, una gran selectividad en los alimentos referidos al sabor, olor, texturas, tamaños, etc., pudiendo ser un indicador directo de algún trastorno fisiológico.

 Aproximadamente en un tercio de los niños, se puede encontrar también,  problemas respiratorios como acumulación de secreciones, respiración de modo oral, esfuerzo respiratorio, coordinación respiratoria, etc.,  sobre todo en lactantes donde la actividad de alimentarse implica un  esfuerzo cardio respiratorio intenso y donde los expertos recomiendan ser muy cuidadosos en el tipo de chupete ( si es biberón o mamadera), posición del bebé a la hora de comer y /o técnicas de control mandibular por ejemplo.

Otra característica muy frecuente es el reflujo gastroesofágico (RGE), alergias o malformaciones anatómicas que puede implicar una dificultad de vinculación emocional negativa con todo el proceso de alimentarse, aún posterior a la superación del problema médico.

Frecuentemente se encuentran también, dificultades relacionadas a los distintos tipos de consistencias de los alimentos, donde, desde los procesos motores, es más fácil manejar alimentos que se deshacen con la saliva (como galletas o pan) que un alimento de consistencia más sólida como cierto tipo de verduras o carnes o, por otra parte, encontrar niños con hiperrespuestas sensoriales y les sea más agradable comer alimentos sólidos y no así papillas.

Finalmente, así como estamos pendientes de cuándo el niño inició su marcha o cuándo expresó su primera palabra, también debemos no perder de vista los procesos típicos de desarrollo de la alimentación, desde neonatos (lactancia) hasta cuando ya son capaces de alimentarse de forma autónoma, cómo toman la cuchara, cómo mastican, cómo muerden, cómo beben los líquidos, cómo y dónde se sientan, etc., para detectar e informar tempranamente y poder iniciar en forma precoz una intervención eficaz como equipo multidisciplinario.

En este equipo debiesen estar incorporados profesionales de distintos ámbitos ya sea desde la fonoaudiología, medicina, terapia ocupacional, nutrición, psicología, etc. que aborden distintas facetas del proceso de deglución y/o alimentación y nos permita realizar también de entre otras múltiples tareas y/o funciones, adecuados diagnósticos diferenciales y no nos haga pensar que porque un niño es selectivo al alimentarse podría presentar un Trastorno del espectro autista (TEA).

Puede ser una imagen de una persona y sonriendo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *